jueves, 4 de noviembre de 2010

La deforestacion , un super enemigo

WASHINGTON (EFE) -- La deforestación contamina más que todos los automóviles, trenes, aviones y barcos
del mundo, según un estudio divulgado ayer, que dice que ampliar la protección de los bosques es una forma
eficiente y barata de combatir el cambio climático.
El estudio, publicado en la revista científica "PLoS Biology" , da una razón más en favor de las áreas de
conservación forestal, por las que luchan las organizaciones medioambientales desde hace décadas como
mecanismo para preservar la biodiversidad y las culturas indígenas.
La destrucción de los bosques es responsable del 15 por ciento de las emisiones de gases que provocan el
efecto invernadero, por lo que si esa gran chimenea no se controla el mundo será incapaz de estabilizar el clima
terrestre, según el estudio, elaborado por 16 expertos de Estados Unidos y Brasil.
"Las áreas de conservación forestal, incluidas las tierras indígenas, son opciones realmente atractivas para la
reducción de las emisiones", dijo Taylor Ricketts, el autor principal del estudio, que trabaja para World Wildlife
Fund, una asociación ecológica.
Según sus cálculos, las zonas protegidas establecidas en la Amazonía brasileña entre 2003 y 2007
preservarán 270.000 kilómetros cuadrados de selva que habrían sido destruidos hasta 2050 al ritmo actual de
deforestación en regiones limítrofes.
Del mismo modo, el Parque Noel Kempff Mercado de Bolivia evitará que se liberen a la atmósfera 1,6 millones
de toneladas de carbono en 30 años.
No obstante, la existencia de un área de conservación no reduce la deforestación a cero, pues
frecuentemente continúa la tala ilegal. Según el estudio, Brasil perdió 9.700 kilómetros cuadrados de árboles
entre 2002 y 2007 en zonas de protección.
Un ejemplo es la Reserva Extractiva Chico Mendes, donde continúan cayendo árboles, aunque sin su
existencia la deforestación habría sido un 14 por ciento mayor en las últimas dos décadas.
La creación de nuevas áreas de protección en los países en desarrollo y una preservación mejor de la
vegetación en las que ya existen costaría al mundo 4.000 millones de dólares al año, cuatro veces más que lo
invertido actualmente.
Se trata de una cifra mucho menor que lo que costaría reducir la misma emisión de gases con otros métodos,
según el estudio.
Combatir la deforestación en las zonas protegidas requiere, según Ricketts, mejorar la vigilancia con patrullas
en el terreno y con imágenes por satélite, así como invertir en modos de vida alternativos para que los habitantes
no destruyan los bosques.
Para maximizar su efecto sobre el cambio climático, las reservas deben establecerse en lugares donde el
peligro de la tala es mayor, como en las márgenes de la carretera Cuiabá-Santarem en Brasil, que atraviesa la
Amazonía, y en la frontera agrícola, que cada año avanza a costa de la selva.
En cambio, muchas de las campañas para la protección de la Amazonía piden reservas en lugares alejados
del desarrollo humano.
Esas zonas de preservación pueden justificarse por su riqueza en flora y fauna, y por salvar el modo de vida
indígena, pero para luchar contra el cambio climático los mejores lugares para una reserva, según Ricketts, son
sitios que están en peligro inminente de perderse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario